Con su usual veracidad plástica, el pintor Cecilio Colón expresa que sus obras respiran una cierta armonía, orden y limpieza, que manifiestan los controles y balances de la naturaleza. El artista acaba de exhibir en el Centro Cultural El Bastión la muestra Agreste-Urbano, y también su obra se encuentra en ceciarte.com.

“Podrían aludir, además, al desbalance provocado por la misma especie humana. Me aventuro a trabajar lo tridimensional, en piezas con cierto aire de escenario teatral, que me permiten dialogar sobre el drama de la existencia y compartir aspectos formales de la creación artística. También hablan del desastre provocado por la realidad político-social que nos abruma y de los habitantes de la geografía de una isla violada”, expresó Colón.

Es entonces que a partir de ahí, su caos original va tomando una forma más definida, va evolucionando hasta un punto indeterminado, que viene dado a estar listo cuando quiera. Y agrega que busca un juego de sombras donde utiliza el reflejo de la tridimensionalidad que parecen dibujos de grafiti, pero que son visiones de objetos que pueden ir cambiando del movimiento de la luz, metamorfoseando cierto dinamismo que se desprende de la obra.

A esto añade el maestro Rafael Trelles que “solo un maestro de la composición y del color, como lo es Cecilio Colón, puede acometer con éxito la difícil tarea de integrar la gran variedad de elementos que coexisten en estos hermosos ensamblajes. Su constructivismo geométrico de acabado impecable es de raíz clásica. Pues utiliza el ángulo recto y la simetría para otorgarle estabilidad a sus composiciones. No obstante, ese orden racional es subvertido con la introducción de manchas de color, texturas orgánicas en movimiento, clavos, objetos, maderas, plásticos y ramas. Así el artista crea las tensiones formales necesarias para lograr el drama visual de sus ensamblajes. El resultado final es de una hibridez enigmática y preciosista”.

Tal impresión fue pegajosa entre sus cuadros en El Bastión, donde utilizaba desde el ‘ready-made’, los balances de las luces de la sala, un archi colorido fluctuando entre la abstracción y los personajes de matas insectívoras, y todo un diálogo tras bastidores artesanal, que emanaba de esta misteriosa propuesta detallista, con una carga social y formal en el arte. Pasado todo bajo la experiencia del cedazo del huracán María, que su obra resistió, y la pandemia del encierro que le ha dejado intacto.

“Eventualmente el artista se convierte en el espectador, tras muchas de estas cosas adquirir simbolismos, mensajes, analogías. Ahí es donde entra esta relación de que miraba esas obras pensando que todo lo que brilla no es oro y que hay que ir más allá de las cosas. Por eso cuando agarro el bastidor, este sale al encuentro del espectador, con planteamientos ambientales, unas imágenes que van surgiendo con nada planificado en relación con las cosas que ocurren en el planeta, nuestro país, y desde ahí salen las artimañas para conversar y los juegos”, apuntó.

Colón terminó diciendo que Agreste-Urbano presenta su trabajo reciente en obras que confieren papel protagónico a materiales vinculados al proceso de crear de “este artista-ser-humano”.

“Y aquí estamos: habitantes de un Caribe huracanado, en el que la naturaleza continuará sus ciclos milenarios. Una que se desenvuelve entre lo rural y lo urbano, entre un paisaje natural, el agreste, y un paisaje creado-manipulado, la finca, el jardín, el urbano”, concluyó.